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10.17.2011

EL FINAL DEL ESPIRITU DEL CAPITALISMO. MENTALIDAD ECONOMICA EMERGENTE EN LA SEGUNDA DECADA DEL SIGLO XXI

THE END OF THE SPIRIT OF CAPITALISM. EMERGING ECONOMIC MENTALITY IN THE SECOND DECADE OF THE 21ST CENTURY

AUTOR: ROMULO GUSTAVO RUIZ DE CASTILLA
cronicasglobales.blogspot.com
email:gusruizd@gmail.com

ORCID: 0000-0002-0601-8864

Se puede reproducir citando autor y fuente



En el panorama de la economía actual se percibe un cambio de mentalidad respecto de lo que se pensaba del factor industrial hasta finales del siglo XX, una variación generada en los países emergentes que no es debidamente valorada en los países desarrollados tradicionales, un prejuicio de valoración que puede marcar y definir los rumbos globales en este tercer milenio.

La modificación se refiere a la tradicional importancia de la industria y la calidad de las mercancías en el desarrollo económico y bienestar de los pueblos, por un lado, el elemento industrial siendo importante ya no es tan esencial como se entendía y conocía en la visión clásica y por otro lado en relación a la calidad de los productos, se suponía que el origen de la producción, el “made in” era importante en cuanto revelaba la excelencia de la producción industrial, pues ahora parece que lo es cada vez menos, pues se tiende (especialmente en China) a una calidad media utilitaria o estándar universal que es la justa de acuerdo a las normas y más aún a los precios que se pagan por las mercancías con un límite de duración más limitado, es decir duran lo que tienen que durar, sirven para los plazos necesarios en relación a sus costos y nada más. Que Alemania produzca buenos autos interesa mucho más a los productores alemanes que al resto del mundo, en la medida que sus productos son más costosos y pueden limitarse a segmentos de mercado específicos. La cultura del “usar y desechar” con productos que no son ya “buenos” o “malos” sino sólo utilitarios, hace mover los grandes mercados del siglo XXI, agiliza las ventas y mantiene la producción continua.

Ya no parece vigente el viejo y manido principio pregonado por Max Weber y esgrimido en Alemania en el siglo XX, acerca de la “ética protestante y el espíritu del capitalismo”. Muchos países emergentes ni siquiera son cristianos, aplican fórmulas semejantes y habituales a los tradicionales desarrollos capitalistas pero a la vez imponen nuevas y peculiares tendencias de acuerdo a sus propios condicionamientos, que no tienen ya vinculación directa con los antiguos esquemas.

Hace unos días observaba un programa de la televisión alemana con la historia de unos fabricantes alemanes que viajan a China con el objetivo de vender máquinas a un importante cliente y sucede que encuentran un competidor local que vende máquinas semejantes a varias veces menos precio de venta, aunque fabrican o producen solo el 50% de lo que las máquinas alemanas generan. Los empresarios alemanes apelan entonces a la “calidad alemana” para vender sus máquinas, sin enterarse de cómo los esquemas están cambiando. Se trata de un sutil cambio de perspectiva que quizá algunos, inmersos en sus propios esquemas, no alcanzan a entender en su real extensión. Y es que el cliente chino que quiere adquirir las máquinas, siguiendo sus propias pautas, puede hacer lo siguiente: compra dos máquinas chinas baratas y produce igual que una sola máquina alemana generando ganancias de inmediato y todavía le alcanza dinero para invertir en otras máquinas o en la inversión que considere necesaria. 

       En el discurso europeo se advierte un error de apreciación, especialmente frecuente en países desarrollados tradicionales como Alemania que al parecer permanecen todavía anclados en esquemas del siglo XX. No consiguen comprender que la calidad extraordinaria y la procedencia de los bienes interesan menos y cada vez más una calidad utilitaria estándar y suficiente, que por un precio competitivo, proporcione también un rápido rendimiento sin mayores ambiciones temporales, puesto que, además, en momentos de efímeras generaciones tecnológicas, 
de ciclos de duración reducidos, normas industriales siempre transitorias y crisis financieras frecuentes, son indispensables equipos, materiales y recursos productivos pertinentes, originales y adecuadamente rentables.