THE USELESSNESS OF INTENTS: PROVERBS AND COMMON PLACES
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AUTOR: ROMULO GUSTAVO RUIZ DE CASTILLA
cronicasglobales.blogspot.com
email:gusruizd@gmail.com
ORCID: 0000-0002-0601-8864
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Cuantas veces las personas sienten que
nada pueden hacer para cambiar o quizá sólo variar un poco las condiciones de
vida de la sociedad y aun de las personas de su entorno más cercano. Conocemos,
sabemos, podemos adelantar o proyectar que la actitud y la conducta de un
conocido, un amigo o un familiar está en dirección directa al fracaso, pero
surge allí la imposibilidad de ayudar puesto que simplemente nuestra opinión no
es valorada, es mal entendida, mal interpretada o sencillamente es ignorada.
No se puede vivir en la
piel de otro, es el viejo proverbio y tan cierto como
la humanidad imperfecta e ingrata. Podemos recomendar, decir y conversar pero
no podemos obligar a cambiar, el ser humano es tan complicado y tan complejo
que tropieza con la misma piedra muchas veces, cambiar esto queda en la
intención y en la acción de ayudar en lo que sea posible, más sólo queda apelar
al sentido común, a la racionalidad, que casi siempre es rebasada por los
sentimientos, las emociones y las conductas erráticas de los seres humanos.
Para aquellos que quieren ayudar, el
sentimiento de inutilidad es fuerte, se entiende que hacemos
lo que podemos mucho más que lo que queremos y
que la vida de los más cercanos es independiente y es ajena aunque nos
esforcemos por pensar que en algo esas biografías y esas vidas nos conciernen.
La racionalidad parece muchas veces
antagónica con la naturaleza humana, muy a pesar que así lo pensemos, la
animalidad o bestialidad, propia o de los demás, es también una fuerza
congénita que se debe aprender a manejar y administrar. Tantas generaciones han
pasado y tantas historias de vidas han sucedido y la humanidad continúa y
sobrevive, siempre imperfecta y cambiante, dejemos que esa animalidad subsista, pero que no se descontrole demasiado, dejemos que los que piensan realmente
puedan intentar orientar al mundo aunque en la práctica, el desaliento y la
sensación de inutilidad sean cosa de todos los días.
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