WHAT WORKS WELL, IS NOT CHANGED, JUST...
AUTOR:
ROMULO GUSTAVO RUIZ DE CASTILLA
cronicasglobales.blogspot.com
email: gusruizd@gmail.com
ORCID:
0000-0002-0601-8864
Se puede reproducir citando autor y fuente
Muchas veces se dice que, aquello que funciona bien, no se cambia. Pero ¿es válida
esa afirmación, más aún ahora, en un momento histórico tan terriblemente inestable
y transitorio?
El ser humano, tiende a la repetición o reiteración como
manera de aprender. La
mejor forma que el cerebro consuma menos energía y tiempo, es repitiendo
hábitos en los que pueda recordar qué hacer a continuación, en lugar de pensar en el proceso.
La repetición, así como seguir rutinas, es una situación conveniente y cómoda,
un sentimiento de seguridad que nos funciona día a día. No obstante, repetir demasiado y que esa repetición sea descubierta y conocida
por los demás, se considera un error, un fraude, una expresión de ineficacia,
de poca autenticidad y una falta de humanidad. En consecuencia, el ser humano
tiende también a la novedad, a la renovación, al cambio, desafía la reiteración
y el inmovilismo, ambiciona la utilidad, ensaya la mejora y el progreso. Desde
los inicios civilizatorios, esa doble característica ha sido parte de su éxito
y fuente de su crecimiento como humanidad, pero también parte de su angustia y
temor.
En todas las culturas, tenemos dichos populares, frases y proverbios, que
señalan de una manera o de otra, la necesidad humana de modificar, variar, cambiar
o innovar y al mismo tiempo de mantener, continuar y conservar, en una dilatada
y larga discrepancia, usualmente no resuelta.
El cambio, es la única cosa inmutable, decía Schopenhauer, si quieres
cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo, manifestaba Ghandi. Algunos momentos en
la historia, parecen evidenciar la inestabilidad de las cosas y cuestionan la
realidad del cambio cuando afirman que, debemos cambiar todo, para que nada cambie, o
decir como Benedetti, cuando creíamos que
teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron las preguntas. Otros, exigiendo
un cambio radical dirán, seamos
realistas, pidamos lo imposible.
En el pasado y ahora, antes o después, tenemos la necesidad de cambiar,
sabemos que el estado actual de cosas, el mundo que conocemos hoy, difícilmente
permanecerá por mucho tiempo, más aun, en esta inestable pequeña etapa de redes
neuronales, computación cuántica o inteligencia artificial. Como dice Castro, siempre surgirá algo que supere lo que creíamos insuperable,
porque la realidad con frecuencia supera la imaginación, y la intención, la idea
de innovar, renovar y cambiar como decíamos, es característica y cotidiana del
ser humano.
No obstante, es cierto también que permanece y se desarrolla una forma de
hacer básica, una cultura esencial, un actuar habitual, un “bien hacer” colectivo
que nos transmite continuidad, uniformidad y fortaleza. Como decíamos, la
realidad humana es esencialmente cambiante, pero existen usos, métodos,
hábitos, virtudes y valores que pueden y necesitan ser conservados y continuados.
Cambio y permanencia, reformismo y conservadorismo, dos procesos enfrentados o contrastados
y a la vez vigorosamente vinculados, son y serán factores básicos en el
trajinar humano. Como menciona la RAE, permanencia
es, la duración firme y persistente, significa constancia, perseverancia,
estabilidad e inmutabilidad, a su vez, el cambio,
se define como la acción de cambiar y dejar una cosa o situación para tomar
otra, convertir o mudar algo, una condición o comportamiento, en otra cosa,
frecuentemente contraria.
En consecuencia, sería válido y prudente, utilizar el término transformación, que hace referencia a la
acción o proceso mediante el cual algo se modifica, altera o cambia, pero manteniendo
su identidad y condición, es decir, conservando un equilibrio o balance entre
cambio y continuación o permanencia, y en proporción y correspondencia con esa
condición humana que no exenta de reincidencias, de maneras diversas, tiende a
aprender de sus aciertos y errores.
Es necesario pensar en ulteriores escenarios que, como humanidad, nos
permitan mejorar el transitorio estado de cosas y seguir obteniendo logros y
realizaciones positivas. Eso es lo estrictamente humano y que es también cuestionado
por el extraordinario desarrollo de la técnica, como la inteligencia artificial,
puesto que, tan importante como hacer
algo bien habitualmente, es comprender que la vida también necesita transformación
e innovación, pero ese cambio debe realizarse progresivamente, paso a
paso.
La humanidad, si quiere perdurar como tal, precisa conservar lo esencial e
importante, aquello que se desarrolla con éxito o funciona bien y mejorarlo
paulatinamente, con prudencia, razonabilidad y respeto a los valores humanos esenciales,
permitiendo los procesos de asimilación, adaptación y aprendizaje, sin
arrogancia o soberbia, ni exceso de confianza, puesto que la humanidad no puede
permitirse ni el inmovilismo, ni la liberalidad
de cambiar constantemente.
Así, a modo de corolario, podríamos concluir o completar la frase de la manera
siguiente: aquello
que bien funciona o funciona bien, no se cambia, sólo se transforma y perfecciona.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
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https://www.bbc.com/mundo/noticias-55553122
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https://www.cuerpomente.com/frases/frases-para-cambiar-mundo_629
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https://www.managementsociety.net/2013/04/15/hay-que-cambiar-lo-que-funciona/
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