QUALITY
AND MEDIOCRITY
AUTOR: ROMULO GUSTAVO RUIZ DE CASTILLA
cronicasglobales.blogspot.com
email:gusruizd@gmail.com
ORCID: 0000-0002-0601-8864
ORCID: 0000-0002-0601-8864
Este artículo fue publicado por el autor en el Diario El Peruano, Lima, domingo 22 de octubre de 1995
Se puede reproducir citando autor y fuente
En los últimos años, a pesar del gran avance tecnológico en los medios de información y las telecomunicaciones, se observa un evidente descenso del nivel cultural e intelectual medio y aun más de la propia élite intelectual, de la “inteligencia” social. A la vez se advierte un incremento de la “mediocridad” en las profesiones, en los trabajos, en los estudios y en todas partes, en perjuicio de la calidad y la excelencia intelectuales. No es este un mal nuevo, ni de una sociedad, ni de un país; es aparentemente un fenómeno general y universal, una actitud, un modo de vida y a veces de sobrevivencia, caracterizado hoy tanto o más que antes.
Esta
mediocridad tiene su expresión en muchas y diversas formas: en las
instituciones, en los medios de información, en libros y otras publicaciones,
en algunos importantes premios culturales y científicos (para muchos
inmerecidos), en la política, en las artes, etc. Mientras, abundan y aumentan
los analfabetos funcionales, las explicaciones esotéricas y supersticiosas y
las sectas místicas de características fundamentalistas. Pero, ¿cómo se explica
todo esto en un mundo donde tanto se habla de la calidad total, la racionalidad
y la eficiencia? La respuesta no es sencilla ni completa, puesto que si por una
parte existe una esperanza quizá excesiva en las comodidades y facilidades de
la tecnología de la información global hay también, por otra parte, una
disfrazada pero siempre presente necesidad de motivaciones y realizaciones, de
valores y explicaciones del fenómeno humano.
La
tecnología asombroso producto del talento humano, no sólo llega a inducir al
hombre común a una cierta “dependencia” sino también parece llevarle a un
confuso sentimiento de pasividad e inutilidad. En un mundo en casi todo se
muestra accesible por la revolución de la información, en el que la ciencia
básica se tiende a generalizar por la multimedia y las redes informáticas como
legítimo derecho humano al progreso universal, en un mundo interdependiente que
pertenece cada vez más a los continuadores audaces y no precisamente a los
inteligentes y cuestionadores; ¿Por qué se tendrían que intentar nuevas
soluciones, diferentes caminos y creativas alternativas? ¿Por qué preferiría un
estudiante realizar un cálculo sencillo, si un simple y potente programa de
computadora lo hace mejor, con gráficos tridimensionales y sin errores, o por
qué buscaría darse el trabajo de leer unos libros de texto si puede fácilmente
revisar los abstracts ilustrados en
un dispositivo óptico?
Si
la necesidad es madre de la invención y no se observa la necesidad, la utilidad
de cambiar algo que se cree inmejorable, se tiende a pensar que cada vez es
menos lo que se puede mejorar y más problemático e insulso cultivar en el individuo la excelencia
intelectual. Además, la idea consumista por la cual todo se puede comprar,
refuerza la común percepción de que la calidad intelectual no requiere esfuerzo
y voluntad sino que simplemente depende del dinero juntamente con el poder, la
influencia y la tecnología que se puede adquirir, y esto no es así.
La
actual generación “digital” verdaderamente parece tener pocos paradigmas
intelectuales, no se advierten reales “ejemplos vivientes”, hay muy pocos a
quienes emular y continuar; los niños y jóvenes se pierden en un complejo de
opciones que parecen abarcarlo todo, creados y publicitados “modelos” sociales,
productos del marketing que
intelectualmente parecen comunicar nada. A falta de paradigmas, de auténticos
líderes intelectuales, excelentes y de calidad, lo que se produce es una
exaltación de la mediocridad, y cuando la mediocridad se propaga y generaliza,
cuando los mediocres son los que prevalecen como premiados y condecorados
modelos, la calidad, la excelencia aparecen como excepciones a la norma que al
considerarse peligrosas, concertadamente son ignoradas, relegadas o incluso
duramente reprimidas y castigadas.
Son
quizá momentos de transición en una manifiesta tendencia hacia la uniformidad,
a una “media” intelectual global, donde interesa y cuenta la información más
que el conocimiento y la cultura. El mismo hombre tendrá que crear nuevas
necesidades y fronteras intelectuales y de conocimiento, a mediano o corto
plazo, mientras tanto, la situación ciertamente no parecerá variar
sino muy progresivamente. Sin embargo, será cierto también que aquellas
regiones, pueblos o países que no “produzcan” intelectualmente a la larga se
volverán más dependientes y menos redistributivos y competitivos. Al hacerlo
serán inevitablemente desplazados por otros más dinámicos y creativos y de esta
manera aquellos que aparentemente iban a la zaga en el acceso al conocimiento y
se preocuparon más por el cultivo de la excelencia intelectual donde otros la
sustituyeron por la información, propenderán a una sociedad más equilibrada y
próspera.
La
sociedad futura que realmente llegue a conseguir el bienestar humano
sirviéndose en mayor o menor nivel de su propia creación, la tecnología, deberá
también, a la vez, progresar en el cultivo y la promoción de características
plenamente humanas como la calidad y la excelencia intelectuales. Aunque casi
siempre los cálculos de la sociedad futura son rebasados por la realidad,
parece que la opción tendrá que venir una vez más, del esfuerzo y de la acción
esencialmente humanos, tanto de los individuos creativos y de las familias y
sus valores, cuanto de los gobiernos, las empresas excelentes, la adecuada
utilización de los medios globales de información y la conciencia colectiva.
---------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario