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7.20.2016

MARCHAS Y BANDAS MUSICALES EN EL PERU

MUSICAL MARCHS AND BANDS IN PERU


AUTOR: ROMULO GUSTAVO RUIZ DE CASTILLA
cronicasglobales.blogspot.com
email:gusruizd@gmail.com

ORCID: 0000-0002-0601-8864


Se puede reproducir citando autor y fuente



In Peru and Latin America, bands and musical marches, flowers with the settlement of Europeans. It is not known exactly how developed, but it is clear that quickly entered the popular soul and national traditions. In the pre-Hispanic world as we know, the music was essential for not only in festivities and celebrations, but also the movement of officials and warriors and solemn processions of the mummies of the ancestors. Thus in Peru, the Andean musical heritage tuned in very well with the European tradition and quickly associated with ceremonies and Christian processions, social and military ceremonies, and festive events, as usual accompanying demonstrations all kinds of important events.

They are good examples of this martial trend, the famous “Los peruanos pasan” (Peruvians go) from 1934, a work the composer Carlos Valderrama, interesting fusion of rhythms Romans and Andean melodies, the march “Sesquicentenario” (Sesquicentennial) composed in 1971 by Jaime Diaz and more recently "Vencedores del Cenepa”  (Winners of the Cenepa River), thus confirming the vast Peruvian musical tradition.

In Peru, any small town, administrative, military or civil institution, has a band and a wide range of musical marches, as a widespread tradition.

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Las marchas remotamente surgen en Europa como indicaciones o señales de tambor o clarín con el objetivo que las tropas se movilicen, transiten o caminen con orden, regularidad y animación. Musicalmente vendrían a ser progresiones armónicas o repeticiones simétricas de frases completas de acordes, generalmente en ritmo o compás de dos por cuatro. El conjunto de músicos que interpreta o ejecuta las marchas se denomina Banda, nombre que se deriva del antiguo término gótico Bandi o lazo distintivo que usaban como fajas o cintas algunas añejas órdenes.

Se cree que las marchas tienen su origen más arcaico en la antigua Roma y se perfeccionan luego en las exaltadas guerras renacentistas europeas. Hacia el siglo XVII, las bandas y marchas militares tuvieron auge en Francia y Alemania y en España alcanzaron un importante impulso en el tiempo de Felipe V, en los inicios del siglo XVIII.

En el Perú y en América Latina las bandas y marchas musicales florecen con el asentamiento de los europeos. No se sabe exactamente como se desarrollaron, pero es claro que rápidamente ingresaron en el alma popular y en las tradiciones nacionales. En el mundo prehispánico como sabemos, la música era imprescindible pues no sólo acompañaba festividades y celebraciones, sino también los desplazamientos de autoridades y guerreros así como las solemnes procesiones de las momias de los antepasados. Por ello en el Perú la herencia musical andina sintonizó muy bien con la tradición europea y rápidamente se asociaron con ceremonias y procesiones cristianas, cortejos fúnebres, ceremonias militares y eventos festivos, como habituales manifestaciones populares acompañando toda clase de acontecimientos importantes.

La tradición peruana de marchas militares desde el siglo XVIII aunque algo dispersa, por su variedad y riqueza, es tan importante como las mejores. Como por ejemplo con la tradición estadounidense, impulsada a fines del siglo XIX, por el compositor de origen ibérico John Philip Sousa conocido como el “rey de las marchas” y sus famosas obras marciales que han quedado como símbolos emblemáticos del voluntarismo estadounidense entre ellas las célebres “Stars and Stripes” o la “The Washinton Post”.

Después de la Independencia nacional y en el fragor de las luchas políticas, estas manifestaciones artísticas alcanzaron notables avances. Las bandas y marchas musicales identificaron facciones, parcialidades y “partidos” y se convirtieron en elementos de promoción política de los líderes, sus planteamientos y programas. Es bien conocido el caso del caudillo Felipe Santiago Salaverry, gran propulsor y aficionado a las bandas de música y las marchas militares como medios de fortalecimiento de la moral entre sus adeptos y también como difusión de sus campañas. El historiador peruano Jorge Basadre refiere cómo en aquellos años surge la marcha “Socabaya” y la triste marcha “Morán”, la primera conmemorando una victoria de Salaverry sobre el general boliviano Andrés de Santa Cruz en la década de 1830 y la segunda en 1854, como póstumo homenaje al valiente general Trinidad Morán héroe de la Independencia. Salaverry terminaría arbitrariamente ejecutado por órdenes de Santa Cruz en la plaza de Arequipa el 18 de febrero de 1836, en uno de los sucesos más trágicos de la historia republicana nacional.

En su intento insurgente contra Santa Cruz, Salaverry como dice Basadre, había inspirado una marcha entusiasta y enérgica tal y como eran sus partidarios y su propio líder y se llamaba “la salaverrina”, compuesta por el músico Manuel Olmedo Bañón. Después de la victoria de Uchumayo (4 de febrero de 1836), se manifiesta como la marcha “Ataque de Uchumayo”, que aún pervive en casi todos los desfiles peruanos, marcial y espontánea, con sólo tambores y clarines, acompañando al pueblo en sus momentos de júbilo y celebración, en un impulso de entusiasmo, voluntad y esperanza.

En los sucesivos gobiernos del siglo XIX,  las marchas militares florecieron en el Perú como en América Latina como vehículos de difusión doctrinaria y formas de cohesión proselitista y popular. Las décadas de 1840 y 1850, que corresponden a los gobiernos de Manuel Ignacio de Vivanco y Ramón Castilla, y los últimos lustros del mismo siglo, después de la guerra del Pacífico, fueron también prolíficos en marchas musicales y “retretas”, un término usado en el Perú, más que como toque militar para avisar a la tropa que se recoja a sus cuarteles, como sinónimo festivo de presentación musical popular en calles y plazas.

Durante buena parte del siglo XX se confirmó casi con pocas variantes, una situación semejante a la de la centuria anterior. Con los periódicos conflictos internos y externos, se compusieron y difundieron marchas inspiradas en victoriosas campañas y en melodías y ritmos locales. Son buenos ejemplos de esta tendencia marcial, la célebre “Los peruanos pasan” de 1934, obra del célebre compositor Carlos Valderrama, interesante fusión de ritmos imperiales romanos y melodías andinas, también la marcha “Sesquicentenario” compuesta en 1971 por Jaime Díaz Orihuela y más recientemente “Vencedores del Cenepa”, acreditando así la vasta tradición musical peruana.

Aunque hoy día antiguas marchas han quedado en el olvido, muchas otras son infaltables en las conmemoraciones populares. En el Perú no existe población, institución militar o civil, administrativa o educativa que se considere importante, que no posea una banda y un amplio repertorio de melodías regionales y locales a ritmo de marcha; son muy apreciadas por ejemplo, las bandas musicales de la costa norte con sus rítmicas marineras y tonderos y las del Valle del Mantaro en la sierra central con sus alegres huaynos y huaylash, como rítmicas expresiones de civismo, alegría y optimismo populares.



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